8/20 산후안, 푸에르토리코 시내 (7)

– 2004, ¿no?
– Un poco…
– Más alto.
– Sí.
-Doménico Adorno.
– Sí, cuando, cuando, ¿participaron en la guerra?
– Nací en el pueblo de Trujillo Alto. A los 21 años fui reclutado por el ejército. Me enviaron a su país, Corea. No tengo buenos recuerdos. LO que tengo es un sentimiento porque muchos han ido ahora y dicen que Corea está muy pero muy alertada, muy avanzada, pero todavía en mi vida no capto, todavía yo tengo a Corea de 66 años atrás. Yo estuve en Chon todo el tiempo. Estuve en una oficina del tercer batallón. La oficina pertenecía al 65 de infantería. Estaba localizada en una universidad que había sido destruida por los americanos para sacar al enemigo, a los coreanos… metidos. Tuvieron que bombardear ese edificio. En ese edificio había partes que se podían usar, y ahí estaba yo en una oficina. Yo estuve 13 meses, un año y un mes. Mi trabajo allí era que me enviaban el informe, informe todas las mañanas de los muertos, de los desaparecidos, de los heridos durante la noche del cuerpo del 65 de infantería. Había mucho conocido mío. Todos eran puertorriqueños. Para mí era un dolor, aunque no los conociera físicamente, pero eran mis compatriotas. Eso es un dolor que llevo, ¿entiendes? Porque todavía conozco descendientes, descendientes de esos muchachos que perdieron la vida allí. Cada vez que los veo me traslado a Corea. Esa es la parte primordial del viaje a Corea. Bien, tengo otros recuerdos mucho más tristes del pueblo coreano.
– ¿Visitó a Corea el año pasado?
– No.
– ¿No?
– No, voy a visitarla.
– ¿Vas, vas visitar el mes de septiembre?
– Sí.
– Ah, ¡ok! Sí.
– Pues aquel tiempo ustedes no habían nacido.
– Sí, sí, sí.
– Fue un tiempo triste para Corea. La guerra destruyó la manufactura, destruyó la agricultura, y Corea vive… de la agricultura, de la pesca, bueno. Recuerdo, por la tarde cuando yo salía de la oficina, se había todo empolvado porque los edificios son hechos de un material, no recuerdo ahora, que es como tiza. Salía afuera. Había un, una reja para no entrar al edificio donde estaba la oficina. Nosotros pegábamos allí… y eso… triste ver cómo las mamás…
[HABLAN EN COREANO].
– Sí, sí, sí.
– Lloraban pidiendo comida, y muchas veces hacían cosas indebidas, cosas indebidas con sus hijos. Yo tengo mis hijas ahora, mi nieta, y eso me lleva, ver un pueblo destruido físicamente…
– Sí.
– Y moralmente.
– Sí, pero ahora es muy…
– Eso es distinto, pero yo no lo he visto.
– Sí. Gracias.