8/20 San Juan, Puerto Rico In The City (2)

[habla en coreano]
– Poema, un poema dedicado a las mamás de quienes tienen…
– Hijos.
– …hijos que participaron en la guerra.
– En la guerra.
– Sí.
– Sí. Ya.
– Anita me pidió que recitara esta poesía, yo se la regalé a ella y le voy a regalar también el libro que escribió mi mamá cuando yo estaba, eh, de poesías, ella escribió. Pero la primera poesía que está en este libro es la que dedicó a todas las madres que tenían los, los hijos en la guerra y esta se la dedico a mi querida nieta Anita con, de Corea de su abuelo boricua Josué.
– Gracias.
– Dice mi mamá de la siguiente manera, una plegaria que ella compuso en forma de poesía pidiéndole al Señor que preservara mi vida y que no permitiera que yo, con mi arma de reglamento, matara a ningún semejante y decía ella de la siguiente manera: “Señor, ¿qué te daré si me traes a mi hijo, Señor? Que se han llevado a la guerra maldita, aquel infierno. Señor, ¿qué te daré? Si nada tengo, pero tú eres bueno, Señor, y guardarás su vida. Señor, ¿qué te daré? Yo nada tengo que te pueda ofrecer por su pronto regreso. Señor, ¿qué te daré? Si mi alma está triste, muy triste, y nada soy y nada puedo. Por las noches, Señor, sin querer me desvelo, por el día, Señor, al infinito vuela mi pensamiento para pedirte, Señor, que cuides a mi hijo, que está lejos, muy lejos. Señor, yo le enseñé a mi hijo las sublimes palabras de tu santo evangelio, donde el amor nos une en vínculo perfecto, haciendo una familia de este gran universo, que los… Señor, eran sus hermanos buenos, la raza amarilla, los blancos y los negros, sin distinción ninguna, teníamos un padre bueno y ese padre, señor, eras tú, amante y sempiterno, que tú eras padre amoroso, sublime y tan tierno que, por salvar al mundo, enviaste de su gloria a Jesús, el, el Dios, el, el unigénito. Señor, se han llevado a mi hijo, a mi hijo, Señor, que es amante y muy bueno, para enseñarle, Señor, a matar a sus buenos hermanos de este gran universo. Señor, mira mi angustia y oye mi ruego, permite que mi hijo, Señor, que es tan bueno, no use su espada para matar a su hermano, el cual tú has hecho. Señor, permite que allí tú estés en medio de ellos, protégele sus vidas, pues, son tus hijos, cuida de ellos, en ti yo espero, únelos con tu amor inmenso y del campo de batalla, Señor, que salgan ellos para proclamar el amor de tu santo evangelio. Señor, yo te imploro que cuides a mi hijo y también te pido, Señor, que cuides de aquellos que dicen que son malos, pero yo no lo creo, ellos tienen sus madres, que llevan en sus pechos el amor de sus hijos y el corazón deshecho. Yo sé, Señor, que tú los amas como amas a los nuestros, son tus hijos, Señor, unos y otros, tú eres nuestro padre y padre de ellos. Señor, haz un milagro, yo nada te ofrezco, pues, nada tengo, pero, Señor, haz un milagro, trae la paz al universo, en cambio, las madres de este mundo te ofrecemos lavar, no ya tus pies, sino todo tu cuerpo con lágrimas cristalinas que salen a raudales de nuestros vellos. Dios les bendiga.